lunes, 9 de julio de 2012

LA MAR DIVINA


Nunca la deje caer en mi olvido, es imposible huir de sus rincones. Las baldosas de sus calles cuentan historias dignas de genios, de locos que todavía están por descubrir. La imaginación es una casa de cal, sencilla y blanca por fuera, compleja y fresca por dentro.  Me siento como un extraño en ella, aquí todo el mundo mira la estampa de todo el mundo y las historias ocupan el tamaño exacto del  universo, no tienen límite. Los pequeños olvidan cada vez más deprisa la maravillosa torpeza de la infancia. Yo siempre me sentí un niño en ella, hice de su sombra el lago eterno de mis pupilas y me bañe en su memoria todos los días de mi edad infantil.

 
Nunca aprobé geografía y siempre discrepe con la ciencia. Yo me niego a afirmar que el mar es finito, nunca vi final al espejo del cielo.  Un laberinto de hojas despeinadas forma el velero de mi musa, de la lágrima que la enmarca. Aquí me siento triste pero no huérfano, la gente envejece a un ritmo diferente, las inquietudes son una serie monótona y aburrida, pero es difícil no enamorarse de la soledad, del precio que todo hombre paga por ser libre.

4 comentarios:

  1. Bellísimo, Simón !! Un fuerte abrazo

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  2. Muy bello texto. Felicitaciones. Un fuerte abrazo desde Miami.

    Jeniffer Moore

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  3. Es precioso Simon, cuanto amor contenido hacia tu tierra,
    hacia tu infancia, admiración hacia sus piedras, su historia, sus viejos
    y sus olvidadizos niños.... Sería un magnifico y sincero reclamo publicitario hacia Carboneras, sin nada de paja, solo el grano .
    Un abrazo Simon, sigue escribiendo.
    Maite

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  4. lindo, muy lindo...abrazo desde Argentina!

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