martes, 5 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

EL CARBONERO QUE ENAMORO A LA MUERTE



Desde hace un tiempo recibo mensajes de alguien que no existe. No sé quién ni porque lo hace, pero es alguien que me sigue de cerca. Escribe cosas maravillosas sobre mí y mi libro. Esto es lo último que ha escrito.

EL CARBONERO QUE ENAMORO A LA MUERTE


Hace unos días hablaba con, quién sin duda, será el futuro de la poesía andaluza. Puede que por sus palabras, por su corazón o por juventud, lo haya aprendido a valorar demasiado pronto, pero como dicen sus poemas, en él, cada verso, invita a la esperanza.

Simón Hernández lleva en él toda la sencillez y misterio de su tierra, Carboneras. Dice que llego a su tierra materna con un Romancero Gitano, un disco de Paco Ibáñez y una boina, tres años después sigue guardándola. Para él significa todo, miles de sacrificios de unos padres y abuelos que por fin han dado su fruto, un joven de 21 años capaz de hacer de la palabra corazón y silencio, cristal y metralleta.
Hablar con él es un misterio, hace de su pueblo un paraíso solo digno de las musas. Me dice que nunca será profeta de ninguna tierra, lo que no sabe Simón, es que ya lo es. Carboneras está para él guardada bajo beso, bajo un mar que sigue bebiendo de él mismo.

Bromeando con una copa, le pregunto si alguna vez se ve como el gran Labordeta, dando el pregón de su tierra. Su sonrisa de niño le delata y de la forma más sencilla responde “yo nunca he dejado de darlo”.
Mientras estudia, Cartagena lo vive y lo recorre, lo firma y lo descubre. Allí ha encontrado la tranquilidad y su casa, un mundo nuevo. Sus inquietudes siguen siendo cada vez más pero mientras escribe, nosotros somos espectadores de alguien que juega a encontrarse en el olvido.

Un amigo, eso me llevo, un suspiro de aire que ya vuela por toda España. Un antídoto contra el miedo que ha enamorado a la muerte.

No hay nadie en el espejo es Andalucía, la nueva patria del verso.