Hasta llegar allí, a aquel cortijo de cal, a aquella casa
perdida, al caballo blanco que ilumina el paisaje negro, descubrí que el amor
para el tiempo, que el tiempo para al
amor, pero no lo olvida.
Siempre llamo a mi inquietud ese trozo de brisa, era aquello
que la razón tacha de nuevo y la pluma de nostálgico, es una desconocida, amor
a primera vista, lo único que existe.
Tan indisciplinado en forma, libre, al igual que todo
gitano, su alma no tiene dueño. Su sencillez, su hermosura, la inquietud de un
niño, su tesoro. Así se ve, se siente y se recorre. Paloma blanca que camina,
paloma blanca que llora.
Para la poesía el único tema es la poesía, para
esta sensación no hay tema. Todo es más seguro que un te quiero. Aquí el aire
va vestido por otra falda, por seis cuerdas, por la nota de la espera. Yo mezclo mi pluma con su mirada, deshojo mi
vida a sus pies, prefiero perderme, fundirme y morirme en El Laberinto. Fruto
de otra madre pero igualmente hijo. Yo me tengo muy claro pero nadie me
entiende. Aquí el hombre vuelve por su muerte y el poeta deja la vida por sus
versos. Bendito trozo de luna, yo quiero encontrarme contigo.
vas creciendo en la palabra como la nieve sobre el monte, y luego llora para dehacerse en llanto ...en congoja....pero nunca olvida su belleza y el toque de un amor al compararse con la luna....tu luz brilla como la plata y como los luceros en una noche estrellada....sin sangre....pero con dolor de enamorado de un vida que esconde sus cuchillos para convertirlos en flores de sueños y sentimientos.
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