viernes, 11 de mayo de 2012

CORAZÓN DE BOLSILLO




CORAZÓN DE BOLSILLO 


                                                                                                           

Te debo un verso, no tiene valor ni peso y no espero que abra ninguna puerta. Este verso, que no escribo, no te llevara al paraíso y no te hará ver más allá de la estúpida cordura de este mundo.  Yo  mis deudas las cumplo, no sé cuándo ni dónde,  pero te lo debo. Un verso que no acorta esta España que nos divide a su gusto. No espero un verso que destruya lo que sientes ni obedezca lo que digo.

Sé que tengo una deuda, literalmente hablando, con la entidad de tus latidos. Hoy, en este momento, acaricio la dulce brisa que deja la resaca de la luna y el último hielo de mi copa se marchita  mientras florecen las letras. Tengo una deuda que huye de mí para no estar contigo. 

Y es que la muerte me ha dado por muerto, no sabría explicar si todo esto tiene un sentido, pero  te lo debo, aunque no te escriba una lágrima con forma de letra o un beso en forma de olvido. No hay corazón de bolsillo que compre lo que siento, parece que si lo que digo. No te soy sincero y aunque te debo un verso, en esta noche que engaña a la mañana, no te lo escribo.

Intento buscarle a un espejo la salida, a la cara del mundo la serpiente.  Fíjate;  vivo en el sueño de un país que come basura, que respira humo y que especula con mi vida, tengo motivos para huir de ti,  pero nunca estuve contigo, no lo suficientemente cerca. Estudiare la estrategia de Benedetti para enamorar tortugas. No acostumbro a que mi corazón lata con frecuencia, pero conseguiré escribirte un verso con sabor a mandarina. No sé si te acuerdas, pero hubo un tiempo en el que eras mi vida, es decir, no eras nadie para el mercado y mercancía de la política. Te lo dice un político que odia la caza, que duerme con Dumbo y que nunca daría una escopeta a su hija.  No sé que quieren de mí pero como persona odio el PIB y como economista odio a la economía. 

Mi deuda contigo es un verso, con otros una hipoteca, con mi país la bandera y con mis hijos la Tierra, pero contigo unas letras. Te quiero, no tanto como quisieras pero más de lo que debo, es decir, mi deuda está por debajo de la cantidad de abrazos que nos quedan. 

Que el amor destruye al hombre es algo que deberían aprender los poetas, esos que cambian camas por rimas y que siempre deben versos a Eros y lágrimas a Afrodita.  Pero no aprenden nunca, son verdugos sin capucha, turistas que no saben a dónde van. Nunca hubo una fábrica más eficiente que una nube de letras, que la soledad de un minuto, la misma que evitas y disfruto,  en esta llama sin vela.

Te debo un verso y un verso es algo que nunca se olvida, aunque el  olvido dé muchas vueltas.  
 

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