CORAZÓN DE BOLSILLO
Te debo un verso, no tiene valor ni peso y no espero que
abra ninguna puerta. Este verso, que no escribo, no te llevara al paraíso y no
te hará ver más allá de la estúpida cordura de este mundo. Yo mis
deudas las cumplo, no sé cuándo ni dónde,
pero te lo debo. Un verso que no acorta esta España que nos divide a su
gusto. No espero un verso que destruya lo que sientes ni obedezca lo que digo.
Sé que tengo una deuda, literalmente hablando, con la entidad
de tus latidos. Hoy, en este momento, acaricio la dulce brisa que deja la
resaca de la luna y el último hielo de mi copa se marchita mientras florecen las letras. Tengo una deuda
que huye de mí para no estar contigo.
Y es que la muerte me ha dado por muerto, no sabría explicar
si todo esto tiene un sentido, pero te
lo debo, aunque no te escriba una lágrima con forma de letra o un beso en forma
de olvido. No hay corazón de bolsillo que compre lo que siento, parece que si
lo que digo. No te soy sincero y aunque te debo un verso, en esta noche que
engaña a la mañana, no te lo escribo.
Intento buscarle a un espejo la salida, a la cara del mundo
la serpiente. Fíjate; vivo en el sueño de un país que come basura,
que respira humo y que especula con mi vida, tengo motivos para huir de ti, pero nunca estuve contigo, no lo
suficientemente cerca. Estudiare la estrategia de Benedetti para enamorar
tortugas. No acostumbro a que mi corazón lata con frecuencia, pero conseguiré
escribirte un verso con sabor a mandarina. No sé si te acuerdas, pero hubo un
tiempo en el que eras mi vida, es decir, no eras nadie para el mercado y
mercancía de la política. Te lo dice un político que odia la caza, que duerme
con Dumbo y que nunca daría una escopeta a su hija. No sé que quieren de mí pero como persona
odio el PIB y como economista odio a la economía.
Mi deuda contigo es un verso, con otros una hipoteca, con mi
país la bandera y con mis hijos la Tierra, pero contigo unas letras. Te quiero,
no tanto como quisieras pero más de lo que debo, es decir, mi deuda está por
debajo de la cantidad de abrazos que nos quedan.
Que el amor destruye al hombre es algo que deberían aprender
los poetas, esos que cambian camas por rimas y que siempre deben versos a Eros
y lágrimas a Afrodita. Pero no aprenden
nunca, son verdugos sin capucha, turistas que no saben a dónde van. Nunca hubo
una fábrica más eficiente que una nube de letras, que la soledad de un minuto, la
misma que evitas y disfruto, en esta
llama sin vela.
Te debo un verso y un verso es algo que nunca se olvida,
aunque el olvido dé muchas vueltas.

me ha encantado me gusta muchisimo
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