Hace algunos días, discutíamos unos amigos y yo lo muerto que estamos aunque en nuestro pulmón no falte nunca el aire. Y cuando digo muertos, digo que se nos olvido el demostrar hacernos sentir que estamos vivos. Hemos entrado en un conformismo señorial que ha hecho que nuestro mayor enemigo seamos nosotros mismos.
Siempre que escribo algo, aunque sea un verso que luego borre, lo hago pensando que no es necesario dictador para que haya una dictadura, una dictadura de pensamiento, donde la costumbre de regad la libertad con la cultura y la educación cada vez está más en desuso. Hubo un hombre llamado Martín Hernández, mi bisabuelo, que siempre me decía “Simonico estudia porque eso será lo único que te hará libre”, y cuánta razón tenía aquel hombre que sabía más que yo por haber nacido antes. En mi cabeza ronda una utopía, un paisaje donde el sol tenga la intensidad que tenga en un banco hay un niño con un libro, un libro donde no aparece el título ni el autor, y al lado un abuelo sonriendo explicándole, a la mayor causa de sus sonrisas, los pequeños detalles que no entiende o les entusiasma. Y titulo asi este pensamiento que ronda en las entrañas de mi pluma, porque cuando lo comento muchos me dicen que es utópico, que la realidad es otra distinta y no nos queda otro camino que aceptarlo.
Pues bien, este razonamiento de que todo está perdido me parece una canallada enorme, un razonamiento que por desgracia cada vez piensa más gente, y que la escusa que ponen es tan ridícula que la basan en que pueden hacer ellos. No está de más nunca el recordar lo que siempre me decía mi bisabuelo, aún siendo muy niño para entenderlo, la libertad de este país no la gano ningún pacto, se gano en la calle. No podemos estar esperando siempre a que alguien actué por nosotros, está claro que así no se puede. Hay un grito que siempre me llamo la atención a pesar de no vivirlo, AMNISTIA Y LIBERTAD, y me llama la atención porque eran mil voces reclamando algo sin esperar que nadie regalara nada, y aunque me gusta luchar por aquello que parece utópico para que cada día deje de serlo un poco más hasta que sea posible, lo que creo que será utópico al final será que todos logremos juntos algo como se logran las cosas gritándolas al viento y haciéndonos sentir que estamos vivos.
Renaced la vida luchadores,
el verso arde en la pluma
y en la tierra se queman
las almas de los hombres.
Borrad las hojas caídas
por la sed despierta
en el corazón del bosque.
Volad almas vivas por encima
de los cuerpos inertes,
están dormidas las mentes
de los despiertos soñadores.
Golpead el silencio atrapado
en la cárcel de los dientes,
romped la calma inservible
con el ruido que la hiere.
Escribid las pausas del minutero
partid las clavijas del tiempo,
haced revivir el latido muerto
en el paisaje vacio del tintero.
Inundad de lucha y fuerza
las calles habitadas de vivos murientes,
sacad la libertad de las esquelas,
humanas y desoladas mentes.
Abrid la puerta del hijo impaciente
labrador de su propia suerte,
cavad la tumba más reluciente
enterrando al miedo en su vientre.
Servid de herencia la tierra que os tiene
satisfecho el pulmón y moribundo
el hambre, derechos verdaderos
al preso de la dictadura y sus amantes.
Justicia, paz, libertad e igualdad
forman el principio de mi sangre.