martes, 2 de abril de 2013

Quémenlo, ustedes no me pertenecen


He abierto en el corazón de la tarde tu mirada,
ese siempre que acaba en su propio final.

Las estaciones buscan tus días y vuelvo,
adicto al destino mi nombre es el odio
que apellida a tu soledad.

Le he escrito a una nube una dirección oculta,
una palabra secreta que descansa en ti  
la torpeza de la distancia.

Dignidad, única  lección del fracaso,
la única puerta hacia ese jardín
donde cada rincón es un espejo de la esperanza.

No dudo de ti, ni de nosotros, pero cada sueño
es fruto de una droga que nunca hemos tomado,
poesía.

No me pertenece ningún verso, ningún poema,
me pertenece este espacio,
 donde me lees y estoy contigo. 

Un nombre, un número, una historia, el adiós,
todo misterio, la pureza,  mi locura.

Encontrarme en mi yo y sin prisa, casi solo,
huir de este papel.

Quémenlo,  ustedes no me pertenecen. 

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