jueves, 19 de enero de 2012

¿LUCHAR POR UN CAMBIO?

Queremos un cambio, exigimos un cambio pero ¿Estamos dispuestos a luchar por un cambio?

Hace años, unos pocos ya, un poeta andaluz llamado Antonio Machado me enamoro de la palabra, un poeta de apellido Hernández de la estructura de la inocencia, Lorca me hizo creer en la avenida de los sueños, Alberti me recordó porque lloran las olas y qué decir de Cernuda si deje la lección en la estación telonera del olvido. Hace unos años, cuando era mucho más viejo porque no apreciaba el valor de la escasez de la infancia, conocí a la poesía, empecé a habitar el hogar de la cultura, bendito lujo al que todos estamos invitados.

La pintura, la música, el cine, cualquier letra de ligero sentido e interminable fondo forman el paisaje de la cultura. Se imaginan un día abrir la primera página de su diario y encontrarse un poema, un cuadro, un silencio tejido con el alma (o por la parte que la contaminación deja de ella), un corto, una película, una canción, un paisaje que destruya las ganas de pestañear. La verdad es que yo tampoco. Es duro decir esto, mucho más sentirlo, pero no puedo dimitir de mis sentimientos, ahora entenderan lo de la poesía.

He visto hombres arrodillados ante el peso de un por ciento, encadenados por el interés y destruidos por un talonario, los he visto de cerca ante los ojos de un mundo, que a pesar de todo, se niega al cambio, no digo todos, si la mayoría.

Quien no se ha sentido “winner”? o mejor Quien no quiere serlo?
Quien no quiere ser el ganador, sentirse reconocido por una virtud que lo hace estar un nivel por encima del mejor de los perdedores ¿?¿? Supongo que todos queremos ganar un algo alguna vez. Yo también, porque no decirlo. Ahora lo que no estoy dispuesto es a olvidar la lección que nos deja el uso abusivo, sin ética y sin conciencia del capital: UTILIZAR DINERO COMO SINONIMO DE ÉXITO TE RECUERDA QUE NO ERES POETA PARA VIVIR EN AUTOPISTA DE NO CUERDOS.

Yo me niego a levantarme sin hacer nada en un mundo donde su tamaño se mide por PIB per cápita, donde su grandeza es sinónimo de la moneda que represente la más decrépita de sus costumbres, me niego. Mi palabra vale poco, soy consciente de ello, mi presencia es minúscula, lo sé, pero mis ganas de luchar infinitas. No quiero que mi país se convierta en USA, un país donde la libertad es una estatua. Deseo lo contrario medir a cada país por su nivel de educación, de cultura, de obras, de artistas, de paisajes, de sueños. Medir un país por la cantidad de sonrisas que cada segundo nos regala sería un premio digno de merecernos. Sé que muchos piensan que a lo máximo que aspiro es a un hermoso fracaso pero quiero que recuerden que hoy es un nuevo tiempo donde la cultura, aunque deba ser tratada como un lujo, es un bien de primera necesidad.

1 comentario: